El eco de los antiguos herreños
Los grabados de El Julan, en El Hierro, son uno de los referentes patrimoniales de Canarias
TOP CANARIAS. Los grabados más famosos de El Hierro son los de El Julan, pero los ecos de los antiguos herreños están repartidos por toda la Isla. En 1870, el erudito local Juan Padrón descubrió que en las coladas volcánicas que bajan hacia el mar, por la banda del Mar de las Calmas, se dibujaban multitud de garabatos, círculos, líneas curvas y algunos extraños símbolos que, sin duda alguna, habían sido grabados en la roca por los bimbaches, los pobladores prehispánicos de la Isla. Dos figuras de la antropología mundial de finales del siglo XIX, Verneau y Berthelot confirmarían la autoría prehispánica de aquellas líneas confusas y, es más, las emparentarían con otras inscripciones similares repartidas a lo largo y ancho del norte de África.
Hoy, la estación rupestre de El Julan es uno de los referentes patrimoniales de El Hierro. En las coladas lisas se entrecruzan líneas y dibujos con una importante muestra de caracteres del alfabeto líbico bereber, un tipo de escritura que emparenta a los canarios con poblaciones norteafricanas. Según señala la doctora Renata Springer, los grabados de El Julan aúnan una importante cantidad de líneas geométricas con muestras de escritura líbico-bereber. Junto a la estación de La Restinga (a pocos kilómetros) es el único yacimiento de la Isla en el que los grabados se realizan en el suelo (el resto aprovecha cornisas o afloramientos rocosos en las vertientes noreste de los barrancos), lo que le confiere especial importancia. Las voces de El Julan y del vecino yacimiento de La Restinga miran hacia el cielo, aunque este extremo no tiene por qué tener una significación religiosa. Lo único que se sabe con certeza es la técnica que los antiguos herreños utilizaron para dejar estos extraños símbolos. Se realizaron mediante picado continuo, esto es, la percusión continuada de la superficie mediante piedras duras afiladas con la intención de realizar trazos homogéneos y profundos.
Aún se desconoce la función y significado de este tipo de inscripciones. Aunque su filiación norteafricana es indudable, la falta de correspondencia con las lenguas bereberes aún vivas y la gran heterogeneidad de los caracteres utilizados en el norte del vecino continente impiden una correcta traducción de las inscripciones canarias. El caso de los grabados herreños no escapa a esta indefinición y muy poco se sabe de esas huellas que los antiguos bimbaches dejaron en las piedras de la Isla. Según estudios estadísticos, que ponen en relación los caracteres hallados en Canarias con los del norte de África, se han encontrado muchas similitudes con los grabados del noreste de Argelia y norte de Túnez, pero de ahí a una posible traducción de los textos todavía distan muchos años de investigación.
A diferencia de lo que sucede con los grabados del Julan, los petroglifos de La Restinga son de fácil acceso. Basta con seguir la avenida que discurre junto al litoral de este pueblo marinero del sur de la Isla y caminar un pequeño tramo de menos de medio kilómetro a campo a través en dirección oeste. El panel principal, que tiene una superficie de 10 metros de largo por cinco de ancho, contiene grabados de tipología geométrica y pequeñas inscripciones en alfabeto líbico bereber. Junto a este núcleo de inscripciones se localizan otros cuatro paneles de menor tamaño que coinciden en tipología y técnica de grabado.
En los últimos años han aparecido importantes estaciones de textos de este tipo en casi todas las Islas. Destaca, por su espectacularidad, un panel de enormes dimensiones hallado en una cueva de La Gomera. El Hierro es una de las islas más agraciadas con este tipo de rincones que a la par de ofrecer una buena excursión nos acercan al pasado. Hasta el momento, se han localizado casi medio centenar de estas estaciones por toda la geografía insular, lo que da buena muestra del impresionante patrimonio rupestre herreño.
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