lunes, 24 de noviembre de 2008

¿ZAPATERO ES UN MIERDA?


¿Zapatero es


un mierda?


Por JAVIER PÉREZ DE ALBÉNIZ (SOITU.ES)
Actualizado 24-11-2008 07:56 CET

El presidente del Gobierno socialista recomienda cerrar los ojos, mirar para otro lado, olvidar. "Lo mejor de todo es que hoy (aniversario de la muerte de Franco) la mayoría de los españoles ya no se acuerda de lo que representa el 20-N", dice Zapatero sin que se le caiga la cara de vergüenza. ¿Lo mejor de todo? Yo sin embargo creo que lo mejor sería no olvidar jamás esa fecha, tenerla muy presente, conocer a la perfección lo que significa. Que todos los españoles tuvieran muy claro que hubo un golpe de Estado militar contra un gobierno legítimo, que ese alzamiento contra la legalidad constitucional desembocó en una sangrienta guerra civil y en cuarenta años de férrea dictadura. Y que la brutal represión provocó el exterminio metódico de una parte de la población, con miles de muertos, desaparecidos y exiliados. El país perdió la libertad, y quedó a la cola del resto de Europa en economía, educación, sanidad, cultura...

(EFE)

"Todo lo que sea que eso esté en el olvido, en el olvido más profundo de la memoria colectiva de la sociedad española, será un buen dato", asegura Zapatero. ¿Cree sinceramente el presidente que olvidar esa historia de infamia, la de una dictadura represiva y violenta con vocación de exterminio, responsable de miles de violaciones sistemáticas de los derechos humanos, es "un buen dato"? No lo creo. Si así fuese, sería un mierda. No se alarmen: mierda no es un insulto grueso, es sólo una expresión popular que significa pusilánime, sin carácter, voluble ideológicamente. Una persona miedosa, apocada, cobarde, timorata. Alguien que se achanta ante la verdad. Un tipo medroso al que se le va la fuerza por la boca, capaz de renunciar a sus principios y hacer cualquier cosa por aferrarse a su posición.


Zapatero sólo es un presidente del Gobierno que cree haber rentabilizado el tema de la memoria histórica. En ese terreno le queda poco que ganar y mucho que perder. ¿Cómo solucionar entonces el problema? Invitándonos a que cerremos los ojos, a que miremos para otro lado, a que olvidemos. Lo que haría un mierda.


En enero del 2005, durante una cita de líderes mundiales en Auschwitz-Birkenau, el campo levantado por los nazis en Polonia donde 1,5 millones de personas murieron en las cámaras de gas y los crematorios, el arzobispo de París cardenal Jean-Marie Lustiger leyó un mensaje escrito para la ocasión por Juan Pablo II, un personaje al que podriamos calificar de conservador e intolerante: "Si recordamos el drama de las víctimas, no lo hacemos para volver a abrir heridas dolorosas ni para suscitar sentimientos de odio y propósitos de venganza, sino para rendir homenaje a aquellas personas, para sacar a la luz la verdad histórica y, sobre todo, para que todos se den cuenta de que aquellas vicisitudes tenebrosas tienen que ser un llamamiento para los hombres de hoy a la responsabilidad en la construcción de nuestra historia. ¡Que nunca más se repita en ningún rincón de la tierra lo que experimentaron los hombres y mujeres que lloramos desde hace años!".


Vaya por Dios, hasta Juan Pablo II suena más progresista que Zapatero. ¡Qué contento se pondrá Bono!


P.D. "Descalabro de Telecinco con su ´no entrevista´ a Muñoz", titulaba la imprescindible web de televisión Vertele.com. Y es que la última engañifa de la cadena de Vasile, titulada 'Julián Muñoz: El tercer grado', obtuvo una audiencia rácana para lo que esperaban de la noche del pasado viernes: 11.5% de share y 1.770.000 espectadores. Un fracaso. Un fracaso para Telecinco, que ha pagado más de 300.000 euros a un delincuente. Un éxito de los telespectadores con dos dedos de frente.


Con la Policía pisándole los talones, Telecinco dio otra vuelta de tuerca a sus miserias y, tras numerosos aplazamientos y espantadas, emitió el anunciado programa con las primeras declaraciones, que no entrevista, con uno de los delincuentes favoritos de la España de charanga y pandereta. Ni "tercer grado" ni gaitas. La falsa entrevista supuestamente comenzó a las 22:30 horas. Pero sólo era un resumen de imágenes de archivo. Hasta las 23:45 horas no se emitieron unas preguntas grabadas, por una voz en 'off', a un Muñoz que respondía en un plano fijo tan cercano como repugnante: esa grasa en la piel, esa nicotina en el bigote, esos dientes con restos de comida.


El ex alcalde va de víctima. "Quiero sentirme libre igual que un pajarillo", soltó el alumno aventajado de la escuela de chorizos de Jesús Gil. Su desvergüenza no conoce límites: "Me gustaría ser concejal de participación ciudadana. Pero eso no es posible, evidentemente estoy inhabilitado. Echo de menos a la gente de Marbella". Fueron quince minutos de frases hechas, de tópicos bastardos, quince minutos de modélica telebasura. "Mañana en La Noria, más preguntas", concluyó Jordi González, posiblemente el presentador más esperpéntico, por repulsivo y engolado, de la televisión actual.


Un motivo para no ver la televisión.

La columna de la muerte.
Autor: Francisco Espinosa.
Editorial: Crítica.


El avance de las tropas del ejército franquista desde Sevilla a Badajoz, con episodios tan trágicos como la matanza que tuvo lugar en su plaza de toros, es el argumento principal de este libro, una de las obras más interesantes, y terribles, escritas sobre la Guerra Civil española. Un libro necesario para comprender la barbarie de un conflicto en el que, como indica la contraportada, los insurgentes estaban "dispuestos a exterminar a todos aquellos elementos de la sociedad española —políticos, sindicalistas, profesionales, maestros...— que habían contribuido a articular la alternativa reformista iniciada en 1931".

Curas armados en la plaza de toros de Badajoz.


No se trata de una novela de lectura ligera. Es un texto denso, riguroso, bien documentado (impresionante anexo, repleto de datos y nombres de víctimas y presos), firmado por el prestigioso historiador Francisco Espinosa, autor del también fundamental 'Contra el olvido' (Crítica). Espinosa presta especial atención a la labor de los periodistas extranjeros que presenciaron los acontecimientos, y dejaron crónicas tan emocionantes como las de Jorge Simoes, del 'Diário da Manha': "Vienen amarrados con cuerdas unos a otros, en sucesivas tandas, cientos de marxistas. La Guardia Civil los identificaba y aquellos que habían sido apresados por equivocación seguían para sus casas. Los otros eran entregados a la Legión Extranjera. Dicen que hasta ahora habrá 1.300 muertos".


También conviene recordar, cuando se habla de la masacre de Badajoz, la inolvidable crónica de Jay Allen, legendario reportero del 'Chicago Tribune', publicada por este diario el 30 de agosto de 1936 con el título "Slaughter of 4,000 at Badajoz, City of horrors".


Esta es la historia más dolorosa que me ha tocado escribir. La escribo a las cuatro de la madrugada, enfermo de cuerpo y alma, en el hediondo patio de la Pensión Central, en una de las tortuosas calles blancas de esta empinada ciudad fortificada. Nunca más encontraré la Pensión Central y nunca querré hacerlo. Vengo de Badajoz, a algunas millas de aquí, en España. Subí a la azotea para mirar atrás. Vi fuego. Están quemando cuerpos. Cuatro mil hombres y mujeres han muerto en Badajoz desde que la legión y los moros del rebelde Francisco Franco treparan por encima de los cuerpos de sus propios muertos para escalar las murallas tantas veces empapadas de sangre. Intenté dormir. Pero no se puede dormir en una sucia e incómoda cama en una habitación que está a una temperatura similar a la de un baño turco, donde los mosquitos y los (sic) chinches te atormentan igual que los recuerdos de lo que has visto, con el olor a sangre en tu propio cabello y una mujer sollozando en la habitación de al lado.


Miles fueron asesinados sanguinariamente después de la caída de la ciudad (...) Desde entonces de 50 a 100 personas eran ejecutadas cada día. Los moros y legionarios están saqueando. Pero lo más negro de todo: la 'policía internacional' portuguesa está devolviendo gran número de gente y cientos de refugiados republicanos hacia una muerte certera por las descargas de las cuadrillas rebeldes (...) Aquí [en la plaza de la catedral] ayer hubo un ceremonial y simbólico tiroteo. Siete líderes republicanos del Frente Popular fueron fusilados ante 3.000 personas (...) Todas las demás tiendas parecían haber sido destruidas. Los conquistadores saquearon según llegaron. Toda esta semana los portugueses han comprado relojes y joyería en Badajoz prácticamente por nada (...) los que buscaron refugio en la torre de Espantaperros [torre medieval de Badajoz] fueron quemados y fusilados.

De pronto vimos a dos falangistas detener a un muchacho vestido con ropa de trabajo. Mientras le agarran, un tercero le echa atrás la camisa; descubriendo su hombro derecho se podían ver las señales negras y azules de la culata del rifle. Aún después de una semana se sigue viendo. El informe era desfavorable. A la plaza de toros fui con él. Fuimos entre vallas al ruedo en cuestión (.) Esta noche llegará el pienso para el 'show' de mañana. Filas de hombres, brazos en aire. Eran jóvenes, en su mayoría campesinos, mecánicos con monos. Están en capilla. A las cuatro de la mañana les vuelven a llevar al ruedo por la puerta por donde se inicia el "paseíllo". Hay ametralladoras esperándoles. Después de la primera noche se creía que la sangre llegaba a un palmo por encima del suelo. No lo dudo, 1.800 hombres —había mujeres también— fueron abatidos allí en doce horas. Hay más sangre de la que uno pueda imaginar en 1.800 cuerpos.

Volvimos al pueblo pasando por la magnífica escuela e instituto sanitario de la República. Los hombres que los construyeron están muertos, fusilados como 'negros' porque trataron de defenderlos. Pasamos una esquina, 'hasta ayer había aquí un gran charco de sangre renegrida', dijeron mis amigos. 'Todos los militares leales a la República fueron ejecutados aquí, y sus cuerpos se dejaron durante días a modo de ejemplo'. Les dijeron que salieran, así pues, dejaron sus casas precipitadamente para felicitar a los conquistadores y fueron fusilados allí mismo, y sus casas saqueadas. Los moros no tenían favoritos.


La columna de los ocho mil.






Video guerra civil en Badajoz



1 comentario:

CHOPINGO dijo...

Tras leer dos veces el libro,nadie fue inocente,en una guerra,nadie gana,menos aun en una guerra " civil",¿ donde cabe este adjetivo,en una guerra?..
Simplemente la verdad es que al final,todos somos civiles dañados.

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