jueves, 13 de noviembre de 2008

MAS AUTOPISTAS , ¡¡ NO !!

Melchior:

¡Más autopistas, por Dios!

19 -10 - 06

Hay quien piensa que Tenerife ya puede comenzar a equipararse con las áreas del mundo más desarrolladas porque, poco a poco, la vamos llenando todita de una inmensa capa de piche y cemento. Hasta la Unión Europea, sin embargo, ha venido a recordarnos que además de carreteras existen otras cosas importantes, mostrando su extrañeza de que en los tiempos que corren haya todavía gobernantes que identifican 'desarrollo' con una buena y gorda carretera. Y ven, asombrosamente, como síntoma de atraso un buen carril de guaguas -no digamos nada una bicicleta o algo de eso- u otro modelo de movilidad donde se acerquen, por ejemplo, los servicios a los ciudadanos de tal forma que no tengamos que pegarnos todo el puto día metidos en un coche para arreglar un papel, para ir a un banco, para llevar al niño a un gran colegio privado o para recibir asistencia sanitaria.


Probablemente más de la mitad de los conductores que estamos en las carreteras todo el día estamos haciendo el pinga del tingo al tango, porque creemos que nos ahorramos unas perras con meternos en Alcampo, porque no nos fiamos de la escuela pública que está cerca de nuestra casa, porque nos hemos tenido que ir a vivir a Candelaria o a Tacoronte -aunque trabajamos en Santa Cruz- porque a nuestros políticos no les interesa apostar por la calidad de vida en nuestras ciudades. De ahí que en Santa Cruz existan miles de viviendas vacías porque sus propietarios prefieren, en muchos casos, vivir lejos aunque tenga que pasársela en el coche todo el día entre ellos el Alcalde.


De ahí las impresionantes hileras de adosados que vemos en ese Norte, en ese Valle de Güímar o en ese Rosario. Muy pronto en San Andrés también, con lo que necesitaremos otra autopista probablemente sobre el mar. Adosados y chalés que, además, están no sólo acabando con valiosas extensiones de suelo de alto valor agrícola sino, para más Inri, amenazando a las pocas explotaciones ganaderas y agrícolas que quedan por ahí dado que los nuevos vecinos -urbanitas ellos- son alérgicos al olor de las cabras, las vacas o el estiércol.


Así todo el mundo quiere entrar y salir de Santa Cruz a la misma hora y en coche. El transporte público es como si no existiera y, en ocasiones, sería mejor que no existiera porque es una auténtica tragedia meterse en una guagua a la que se le han puesto todo tipo de zancadillas. No tienen prioridad frente al coche en ningún sitio, las paradas son un auténtico drama por su estado y porque los usuarios sufren un verdadero calvario -en las paradas más concurridas- para acceder a la guagua donde el conductor tiene que hasta dar cambio todavía, a estas alturas del siglo XXI.



Melchior se lo ha jugado todo a una carta con un tranvía muy bonito y que solucionará en parte la papeleta a unos cuantos afortunados. Nadie, en su sano juicio, tomará ese tranvía para ir de La Laguna a Santa Cruz en un chisme que tarda una hora, cuando un carril de guaguas por la autopista -o por donde sea- haría ese mismo trayecto en menos de media hora con mucha mayor flexibilidad y eficacia. Sí, acaso, con un poco más de ruido o con menos contaminación, como dicen ellos, olvidando que los humos del tranvía se lo van a tener que tragar los vecinos de la central térmica de Las Caletillas -esa cafetera obsoleta que desvergonzadamente mantiene Unelco allí-, vecinos que, por otro lado, probablemente no utilicen nunca ese tranvía porque a ellos, como al 95% de la población de Tenerife, no le soluciona absolutamente nada.


Pero aquí estamos, metidos en las carreteras haciendo el indio la mayor parte de las veces, construyendo incluso circuitos de 'Fórmula I' -con dinero público- para apostar un poquito más por la cultura del puto coche que estamos pagando toda nuestra vida para que nos la destroce, en la mayor parte de los casos. Melchior apuesta, como todos ellos, por más autopistas, más anillos insulares, más vías exteriores, más rondas y travesías porque, al parecer, ese es el camino del progreso y de la felicidad, sin darnos cuenta que lo que estamos metidos es en una auténtica ratonera como no le demos un giro radical al problema de la movilidad en esta Isla.


Alcaldes auténticamente 'belillos', como el de Arico, basan todas las posibilidades de desarrollo de su pueblo en una nueva carretera -la inversión más grande y más absurda llevada a cabo en su municipio nunca- mientras todos los servicios del municipio -o casi todos- son un auténtico desastre. Y todo porque si los vecinos de la costa tienen que hacer una gestión en el Ayuntamiento pues llegan un poco más rápido. Pero cacho animal, ¿no es más sencillo y económico que le pongas un cuarto a un funcionario en esa costa con un sello por si alguien tiene que presentar un papel? Y es que el 80% de las carreteras de Arico son auténticos caminos de cabras donde la gente se juega la vida a diario, pero para rectificar una curva o ampliar medio metro no hay un duro.


En Tenerife, además, como no tenemos problemas de tráfico, nos hemos inventado hasta normativas nuevas, aunque no escritas en ningún sitio, para regular la circulación. Así, mientras en toda Europa los vehículos especialmente lentos no pueden circular por las autopistas, más que a determinadas horas y con señalizaciones especiales, aquí la Guardia Civil de Tráfico tiene instrucciones de consentir el tráfico de camiones a menos de 60 Km/h por las autopistas con tal de que lleven ¡los cuatro intermitentes encendidos', con lo que no sólo se colapsan aún más las autopistas porque se encuentra uno estas moles a cualquier hora por cualquier sitio, sino que no es la primera vez que algunos se han dejado la vida al empotrase por detrás con una de estas cosas circulando por vías rápidas sin señalización especial alguna. Fuerte pero real como la vida misma.


Pero con este ganado político tenemos que arar de momento. Con estos políticos al servicio de unos empresarios que tienen miles de palas mecánicas que no se pueden quedar paradas ni un momento hasta terminar de urbanizarlo y aplanarlo todo. Claro que después dicen que no quieren inmigrantes cuando nos han metido a todos en un modelo desarrollista sin sentido que, hoy por hoy, si prescinde de la llegada masiva de inmigrantes se desmoronaría irremisiblemente. Bueno, en realidad ellos lo que dicen, aunque no lo dicen, es que no quieren inmigrantes negros, porque en las últimas décadas esto aquí se ha llenado de inmigrantes de todo tipo de pelaje y jamás han chistado los que nos han metido en este callejón sin salida viviendo sobre unos cuantos peñascos sin otro recurso que la especulación, el piche y cemento para favorecer el enriquecimiento rápido de nuestro particular 'clan de la avaricia'.


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