lunes, 17 de noviembre de 2008

CRISIS ECONOMICA - OPINION EN DIARIO DE AVISOS DE HOY



CREPÚSCULO

ECONÓMICO


RANDOLPH REVOREDO CHOCANO

Nunca es poco cuando se habla de una crisis que está en pleno despertar porque no se sabe si ésta llegará a tocar fibras sensibles, al ir ramificándose en los lugares que menos quisiéramos ver tocados. Nos avergonzaría vanagloriarnos de anticipar algo así, pese a que lo hicimos corriendo el riesgo de ser eliminados como mensajero de malas nuevas.


Ya ha aparecido un segundo y tercer acto de la crisis financiera, explotando en la cara de quienes decían que lo peor ya había pasado, justo cuando la economía comienza a dar evidencia de sus primeros datos francamente malos.

Del optimismo de megafonía solo queremos apuntar que a veces la gente inteligente interpreta su papel demasiado operáticamente y cree que diciendo: "No pasa nada, todo el mundo tranquilo", la crisis cultivada durante varias décadas de malas prácticas bancarias y excesos a todo dar en el mercado inmobiliario se desvanecerá cual pesadilla causada por guisantes con ajo, cuando no es así.



En los Estados Unidos la cosa bursátil ha estado de montaña rusa, con la segunda ola de pánico desde que comenzó la crisis subprime el año pasado: valores bancarios caen en picado, un banco mediano quiebra y entra el Gobierno al rescate; torpemente, todo sea dicho.


La aventura que han pasado las empresas "cuasi gubernamentales" (dedicadas inicialmente a comprar hipotecas a los bancos para dar liquidez al sistema) conocidas como Fannie Mae y Freddie Mac ha sido espectacular. Se han tomado unas medidas de excepción tan brutales que, tal como dice The Economist, "equivalen a dar a estas empresas la máquina de hacer billetes", y todo para solventar los abismales problemas de liquidez que han presentado.


La historia es larga y compleja para contarla aquí, pero que se sepa que el volumen de Sodoma y Gomorra que hay en esas empresas es tan grande que si la Administración federal decide asumir su propiedad duplicaría la deuda pública americana de un día para otro (cosa que no hará, sobre todo antes de la toma de posesión de Obama). En enero de este año financiaron el 80% de las hipotecas de Estados Unidos. Imagínense qué pasaría si estas empresas no mejoran con la intervención de la Reserva Federal.


Comienza el crepúsculo. Ya no hay sol, la oscuridad de una economía cuyos niveles de deuda son tan increíblemente altos y sometidos a tal presión que la constante e implacable caída de los precios de las viviendas no hace sino complicar un panorama muy difícil en una economía que no está acostumbrada a tener tipos de interés cero con un fuerte comienzo en repuntes de paro. Peter Goodman, del periódico The New York Times, menciona a un economista que se ha dado a conocer por acertar en tiempo y forma el advenimiento de esta crisis, Nouriel Roubini; éste defiende que asistimos a solo el comienzo de algo más gordo; los bancos americanos no han declarado pérdidas que no llegan ni siquiera a la tercera parte del montante estimado de préstamos y créditos que presentarían alguna clase de problema de impago.


Además de sumar la oleada de impagos de hipotecas que vendrá ligadas a la caída de precios de las viviendas (que durará varios años) tocará en algún momento al todavía virgen sector de las tarjetas de créditos, financieras de vehículos, deuda municipal y grandes empresas.


Hay varias cosas que nosotros comenzamos a considerar como perfectamente posibles. Una es que la economía norteamericana pase por una de las etapas más duras desde la Gran Depresión, tan solo por el hecho de que la pérdida del capital de los masivos préstamos concedidos no pueda ser cubierta con nuevos fondos captados o, puesto más simple, que el plan de rescate para el sector financiero no funcione.


La entrada en una depresión económica ha dejado de ser una fantasía inabordable para ser una posibilidad remota en un panorama donde la recesión está a punto de llegar a las cuentas de las empresas americanas y la amenaza de la política del dinero en el calcetín. Con un dólar que necesariamente tendrá que parar su ascenso, porque si no erosionará la actividad exportadora, última esperanza blanca.


Personalmente, es la primera vez desde que tenemos uso de razón y memoria para estas cosas en la que comenzamos a considerar la posibilidad, pretéritamente descartada por absurda, de que vamos a experimentar en vida los azotes de una profunda depresión económica global sólo comparable a la de los años de 1929. Queremos hacernos a la idea, por instinto de supervivencia, aunque las probabilidades sean bajas.


Y habla un optimista. Un firme amante de las renovaciones que reconoce que las crisis son necesarias para que aquéllas tengan lugar. Sin desear el advenimiento de dicha catástrofe económica, seguro que las cosas empeorarán de cómo están hoy, aquí en Tenerife, en Europa y Estados Unidos porque las cosas están demasiado interconectadas para pensar otra cosa.


Por lo pronto, para los que preguntan, que sepan que la función no ha hecho más que empezar. Viene una noche que será larga y que coincide con una conjunción de planetas (en términos metafóricos, espero) que podrá hacerla muy oscura, bastante más de lo que las sombras de las nubes y tormentas que han pasado en los últimos setenta años y hemos creído que era lo más que podía pasar.


Ganar dinero en la bolsa ahora resulta fácil, y es lo que ocupará las neuronas que nos quedan vivas en los próximos tiempos libres. Y si alguien tiene ganas de un consejo, no podemos darle otro mejor que prepararse para lo peor. Aunque no pase nada, es la mejor actitud.


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