Situación típica: estamos comiendo almendras felizmente y de pronto hemos encontrado una con un sabor especialmente amargo y hemos escupido al instante si la situación lo permitía.
En caso de restaurantes y lugares similares, donde dicha acción era comprometida de realizar, seguro alguien habrá echado disimuladamente lo que quedase de almendra en una servilleta lo más escondida posible. Y bien hecho, no sólo el sabor es insoportable sino que la ingesta de ésta es increíblemente tóxica. Bastan 20 almendras de este tipo para matar un adulto y sólo 10 para un niño.
Normalmente, las almendras que solemos comer, de sabor agradable, proceden del Prunus Dulcis (almendro dulce) y es la variedad que se cultiva más extensamente. Sin embargo, hay otra variedad de carácter silvestre llamada Prunus Amara que es la que produce la almendra amarga. Suele pasar (propia experiencia de ser hija de agricultores) que cuando se cultivan almendros dulces siempre surge alguno que sale, lo que se llama en el argot de los agricultores, "borde". Es decir, aparece un almendro que da almendras amargas. Esto es debido a que cuando se plantó el almendro, la semilla que se utilizó no era dulce, sino amarga. En ocasiones puntuales, cuando compras semillas de almendro dulce en grandes cantidades, se puede colar alguna semilla de almendro amargo . Por esa razón, a veces llega a nuestra mesa alguna almendra que nos fastidia la comida durante un rato,
El almendro de ambas variedades (Dulcis y Amara) están relacionados, entre otros árboles, con el albaricoquero. Con la particularidad de que lo que nosotros ingerimos son las semillas del fruto en la almendra y la capa externa del fruto en el albaricoque.
Ambos frutos, albaricoque y almendra amarga, poseen una sustancia llamada amigdalina. Cuando nosotros ingerimos la almendra de dicho sabor desagradable y la mezclamos con la saliva (agua) obtenemos glucosa (hidrato de carbono), benzaldehído (el que aporta el sabor amargo) y ácido cianhídrico (HCN). El HCN, al formar sales, produce el archiconocido cianuro que es uno de los venenos más potentes que existen.
Con una dosis relativamente baja se producen náuseas, trastornos respiratorios e hipotermia. Con la dosis suficiente (20 almendras en adulto) se produce una asfixia repentina y letal. La amigdalina se utilizó durante un breve tiempo en el tratamiento del cáncer (con el nombre de Laetrile), pero debido a que produjo bastantes muertes, tardó poco en ilegalizarse en muchos de los estados de Norteamérica. Actualmente, sólo circula por el mercado negro o en países en los que aún sea legal este «medicamento».
Aunque el albaricoque, cereza, ciruela y melocotones (entre otros) poseen esta sustancia, como la semilla es el hueso y nadie la ingiere, no hay peligro de intoxicación, que es lo que no sucede con la almendra. Cabe mencionar que las almendras dulces inmaduras también poseen cierto grado de amigdalina, pero es una cantidad mucho menor que las almendras amargas. Aún así, es recomendable no ingerirlas sin estar maduras.
Desde luego, debemos agradecer al benzaldehído su sabor repelente, si no fuera así gran cantidad de personas morirían por la ingesta de almendras si el sabor no les alertara. Pero hay un dato curioso y es que hay un porcentaje de la población que es incapaz de detectar el olor a almendras amargas que aporta el ácido cianhídrico. De hecho, aquellas personas que se han intoxicado o suicidado tomando cianuro suelen mostrar un olor a almendras amargas que muchos no pueden detectar.
Ahora que conoces todo esto, seguro que la próxima vez que encuentres una almendra amarga serás menos meticuloso al librarte de ella.