miércoles, 21 de enero de 2009

EVOLUCION POST DARWIN

Hay evolución más allá de Darwin



  • Algunos científicos plantean alternativas al modelo neodarwinista


Por MARÍA SÁNCHEZ DÍEZ (SOITU.ES)
Actualizado 21-01-2009 20:14 CET

"Nada tiene sentido en biologia excepto a la luz de la evolución". Esta frase, pronunciada por el biólogo ruso Teodosius Dobzhansky, se ha convertido ya en un clásico. Si hay un nombre de un científico que va a sonar este año con más fuerza que de costumbre es el del hombre que propició máximas como ésta, Charles Darwin. La celebración del 200 aniversario del nacimiento del naturalista y el 150 desde la publicación de 'El origen de las especies' ha desatado la euforia conmemorativa en torno al creador de la teoría biológica moderna.



En estos 150 años desde aquel 24 de noviembre de 1859 en que Darwin publicara su polémica obra, la consideración de la teoría evolucionista ha pasado por todo tipo de etapas: desde el rechazo absoluto que generó en su origen en la profundamente religiosa sociedad decimonónica hasta el actual envite de las teorías creacionistas y el diseño inteligente, que presuponen que la diversidad biológica no puede ser fruto del azar, sino la obra de un creador superior. Lo que es innegable es que las ideas de Darwin revolucionaron el conocimiento acerca del mundo y de la trayectoria de las especies a lo largo del tiempo y se convirtieron en el paradigma científico que guía la biología.


Su significado es tal que todavía hoy siguen protagonizando encarnizados debates. Más allá de las creencias religiosas que salpican la ciencia confundiéndose con ella, ciertas voces plantean que la biología y la evolución van más allá de la obra del naturalista inglés. A la luz de los descubrimientos que se han hecho en las últimas décadas, ¿ha llegado el momento de considerar que existen alternativas al modelo aceptado unánimemente por la comunidad científica?


"Poner en duda la evolución como la plantea Darwin o el neodarwinismo no es poner en duda la evolución, no se deben confundir las cosas", advierte Diego Rasskin, jefe del departamento de Biología teórica del Instituto de Biodiversidad y Biología evolutiva de la Universidad de Valencia. O sea, que cuestionar su vigencia no significa ser creacionista.


Máximo Sandín, biólogo profesor de evolución de la Universidad Autónoma de Madrid, se muestra más tajante que Rasskin. En su caso, pone en duda la validez de la selección natural como razonamiento base de cualquier teoría evolutiva. Su postura es bastante conocida en el mundo de la evolución de nuestro país por la radicalidad. En opinión de este profesor, el darwinismo se ha convertido en una especie de "creencia" que tapa cualquier otro tipo de explicación. "Los datos demuestran que las cosas son mucho más complejas de lo que se pensaba", explica Sandín. "Se está valorando una teoría que explica todo con la competencia y el azar y hay otras muchos factores", critica este biólogo que piensa que sobre la figura de Darwin planea un exceso de "veneración".


"Se está valorando una teoría que explica todo con la competencia y el azar y hay otras muchos factores"


Una muestra de la polémica en torno a este tema lo protagoniza el propio Sandín con paleofreak, uno de los biólogos que escribe para soitu.es y autor del blog sobre evolución El Paleofreak. En la página de discusión de Wikipedia sobre el artículo 'Evolución biológica' ambos polemizan sobre la validez actual del neodarwinismo. Nuestro usuario lo tiene claro: todas las corrientes que explican de otro modo la evolución sólo son críticas con algunos de los puntos débiles que más interrogantes deja sin despejar. "Pero ninguna de ellas ha conseguido crear una teoría equiparable que le llegue a los talones a la teoría sintética [nombre que recibe el neodarwinismo]", indica Paleofreak.


Según Rasskin, la idea básica de la teoría general de Darwin se mantiene: en el ambiente hay una presión selectiva que tiene como efecto que sean los individuos mejor adaptados los que sobrevivan. La consecuencia de este mecanismo es un cambio a largo plazo en las poblaciones. Pero hay "detalles" en torno a los cómos que ya no pueden explicarse con los presupuestos del neodarwinismo. Estos flecos sueltos se agrupan en torno a tres ejes diferentes:


  • El problema de las innovaciones: La teoría darwinista explica cómo cambian los caracteres de las especies a lo largo de la evolución, pero no resuelve cómo surgen estás innovaciones. Esta cuestión continúa planteando grandes enigmas que ni el darwinismo ni el neodarwinismo han descifrado por el momento.
  • El problema de la aleatoriedad: La base de la teoría neodarwinista es que el material genético cambia aleatoriamente (mediante mutaciones) y que la selección natural hace el resto del trabajo, escogiendo a los individuos más aptos para sobrevivir. Esta explicación excluye mecanismos de herencia que no sean genéticos. Es el caso de la epigénesis, un proceso de desarrollo por el que los individuos se adaptan a su entorno y experimentan cambios en los genes que pueden ser transmitidos a sus descendientes. La idea de que el desarrollo del organismo determina el cambio evolutivo en gran medida es una de las bases que propugna la biología evolutiva del desarrollo (más conocida como evo-devo).
  • El problema del 'tempo': o sea, si el cambio evolutivo es continuo y paulatino, como plantea el neodarwinismo, o si se da a saltos. En este sentido, la teoría del equilibrio puntuado, propuesta por Niles Eldredge y Stephen Jay Gould a principios de los 70, pone en duda que las transformaciones sean poco a poco. Plantea que las especies, tal y como indican los registros fósiles, tienen periodos de estabilidad y otros en los que experimentan cambios abruptos.

Darwin, calumniado en su época.


Estas fisuras en la teoría dejan que se cuelen otras explicaciones más "marginales", como las denomina Rasskin. Además de la evo-devo o el equilibrio puntuado, es el caso del 'neolamarckismo', una corriente "en auge" gracias a recientes descubrimientos acerca de la posibilidad de que la experiencia pueda ser recogida por el genoma y transferida a las generaciones futuras. Estas ideas hunden sus planteamientos en el trabajo del francés Jean-Baptiste Lamarck, cuyo ejemplo paradigmático es la explicación acerca de la evolución de los cuellos de las jirafas a partir de un progresivo estiramiento de éste, un ejemplo explotado y denostado en los libros de texto. No obstante, las ideas de Lamarck tal vez no sean tan errónas como se ha pensado, según Rasskin. "Si una generación está expuesta a una determinada presión selectiva esta influencia externa puede marcar el ADN de tal manera que esta 'huella' pase a generaciones futuras", explica.


Otro de los planteamientos más famosos que ponen en tela de juicio el neodarwinismo son los de la malograda bióloga estadounidense Lynn Margulis. Margulis considera que la incorporación de bacterias de vida libre es el principal motor de la evolución en una teoría que concede gran parte del protagonismo a los propios seres vivos y la cooperación entre ellos. Los organismos, el ambiente, las interacciones moleculares, los cambios en el entorno y los virus se convierten en nuevos e importantes actores del proceso evolutivo en todas estas explicaciones alternativas. En definitiva: "Hay una multiplicidad de causas y efectos y, con los conocimientos que tenemos, no es posible primar unos sobre otros", sintetiza Rasskin.


Este biólogo, por su parte, opina que el darwinismo ha proporcionado una manera de unificar bajo su paraguas todas las evidencias químicas, genéticas, embriológicas y paleontológicas que se han ido descubriendo a lo largo de los años. En esa capacidad de ofrecer explicaciones radica su éxito. "A una ciencia no se le puede pedir más".


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