miércoles, 10 de diciembre de 2008

La obra maestra de Willa Cather

Dos anécdotas y otra obra maestra de Willa Cather


Por TIPOS INFAMES* (SOITU.ES)
Actualizado 10-12-2008 19:52 CET

En cuanto supe de la posibilidad de conocer el inmenso archivo fotográfico (la mayor parte del cual permanecía aún inédito) de la revista norteamericana Life a través de Google , busqué imágenes de Vladimir Nabokov. Debilidades de uno. Y una vez que le cogí gusto, decidido por completo a perder el resto de la tarde en búsquedas aleatorias de fotografías, probé suerte con la escritora que presentamos hoy: Willa Cather, que apareció falsamente interrumpida mientras escribía en una las portadas de la revista Time del año 1931.

Buscaba una foto suya por la misma razón por la que empecé a leerla hará un par de años. Por curiosidad, como siempre. Y porque me gusta Truman Capote. Me explico: otros muchos, como yo, apuntamos el nombre de Willa Cather como novelista pendiente para descubrir y leer porque fue una de las escritoras favoritas de Capote.


En la foto de la portada de Life pueden apreciarse algunos de los rasgos físicos que Capote describía en su relato sobre el encuentro con la novelista, sucedido unos diez años después de la foto: rostro algo rotundo y campestre, destacando un excesivo mentón y unos hermosos ojos azul pálido, complexión robusta y un corte de pelo algo masculino.


Capote tenía entonces 18 años y trabajaba como periodista en Nueva York, pasando muchas horas en la biblioteca, donde se documentaba para escribir algo sobre sus parientes sureños durante la guerra civil. Willa Cather era mucho mayor, 66 años y con su obra narrativa ya publicada, quizá por eso pudo llamarle la atención aquel jovencito tan empecinado en la lectura y escritura.


Un día a la salida de la biblioteca, con una desatada tormenta de nieve, Capote se encontró con aquella dama que tanto le atraía por sus ojos y su elegancia, vestida con un "hermoso abrigo de marta cibelina" y buscando un taxi. De una forma natural entablaron conversación y decidieron caminar juntos por Madison Avenue, con la intención de tomarse un chocolate caliente en algún sitio.



Luego, en el restaurante Longchamps ella quiso tomar una taza de té y él un martini doble, deseo que a ella quizá le hizo sonreír y preguntarle si tenía edad para escribir. Mientras hablaban entre sí y olvidados del frío de la calle, Capote se declaró "aspirante a escritor", por lo que la conversación giró en torno a la literatura y a los escritores y lecturas favoritas. El desconocido joven dijo a la desconocida señora admirar a Flaubert, Turgueniev, Proust, Dickens, E.M. Forster, Conan Doyle, Maupassant… Ella preguntó entonces por autores norteamericanos, y él señaló entre sus favoritos a Edith Warthon; le gustaba también Henry James, Mark Twain y Melville, pero amaba a Willa Cather, la autora de 'Mi Antonia' (Alba, ), 'Death comes for the archbishop' y de las maravillosas nouvelles 'Una dama extraviada' y 'Mi enemigo mortal' (Alba, 1999). Parece ser que 'Mi enemigo mortal' era una de las novelas favoritas del siglo XX norteamericano para Capote, y debió preguntarle a la señora si ella había leído esa estupenda novela. Ella le contestó afirmativamente, pero aclarando que lo que realmente había hecho era escribir esos libros.



Igual que antes hablaba de hacer el esfuerzo por imaginarse el rostro de la novelista, ahora deberíamos imaginarnos el del joven Capote ante tal coincidencia. Había conocido y estaba sentado frente a uno de sus escritores (sin distinción de sexo) favoritos: Willa Sibert Cather.

Otra anécdota que enlaza a esta novelista, admirada también por William Faulkner, con otro de los grandes escritores del XX, es la de la publicación de 'Una dama extraviada' (Alba, 2002) en el año 1923. Dos años después, Francis Scott Fitzgerald publicaba 'El gran Gatsby', y enseguida escribió una carta a Willa Cather con cierta preocupación por algunas similitudes que podrían hallarse entre ambas novelas e inspirar ciertas sospechas de plagio. Pero Willa Cather le contestó que no encontraba motivos para sentirse plagiada. Muchos dicen que era precisamente 'Una dama extraviada' la novela a la que Scott Fitzgerald le daba vueltas mientras escribía una de sus obras más conocidas, y la responsable en parte –quizá por desmarcarse de ella- de ciertos cambios en el proceso de composición de Gatsby. Pero estas similitudes (o no) deben juzgarlas los lectores.


Los demás también, claro, pero este artículo es una invitación a los fanáticos, admiradores o simples lectores de Capote y Scott Fitzgerald, para acercarse a la obra de Willa Cather. No todo va a ser dedicarse a beber como los grandes escritores.


Y todo esto por la publicación, también en la editorial Alba, de otra magnífica novela de la escritora, 'Lucy Gayheart'. Y para que no parezca lo que no es: una novelista absolutamente desconocida y aburrida, que escribió hace mucho tiempo. Este texto es una reivindicación: nos daríamos por satisfechos si alguien con curiosidad decide buscar sus obras en las bibliotecas o en alguna librería.


Lucy Gayheart es una joven sensible y con aptitudes para la música. Deja a su familia y al "chico rico" que la pretende en el pueblo de Haverford, para marcharse a la ciudad de Chicago y labrarse una vida dedicada al arte. Ganarse la vida por su cuenta y con lo que mejor sabe hacer, sin depender de nadie: es extraño y hermoso leer la experiencia de una joven que no quiere depender de nadie más que de ella misma en el Chicago de principios del siglo pasado. Allí conocerá al genial barítono Clement Sebastián, mayor que ella y cansado de la vida. Lucy tendrá la oportunidad de ensayar acompañando al piano a Sebastián, y el conocimiento mutuo abrirá en ambas vidas otra posibilidad y necesidad vital hasta entonces desconocida para los dos.


Pocos saben retratar las relaciones humanas (y su evolución a lo largo de una novela) como Willa Cather. Sin sensiblerías, habla del amor y sus dificultades, del afecto familiar y los rencores, de la venganza, de las diferencias entre la vida del campo y el descubrimiento de la ciudad, y de la capacidad del arte para elevar nuestras vidas por encima de todas sus calamidades. En 'Lucy Gayheart', una de las últimas novelas que escribió, y en muchas otras, encontramos tantos momentos sublimes como desengaños, cuando al caer nos sentimos hundidos en el barro. Así que la vida era esto.


Posdata: la editorial Alba ha cumplido en 2008 sus 15 años de trayectoria y publicado el número 100 de su colección Alba Clásica, demostrando que es posible mantener hoy en día una propuesta editorial con unos criterios literarios de calidad (títulos, traducciones y diseño) que no sean obstáculo para competir en el mercado. En fin, que no sólo es rentable publicar basura. Alba no sólo publica clásicos y clásicos modernos, sino libros sobre jazz, artes escénicas, cine, cocina…aquí. Podéis ver su página web


*Alfonso Tordesillas, Gonzalo Queipo y Francisco Llorca forman el colectivo literario 'Tipos Infames'.

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